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Habitualmente cada primer lunes de mes, la Tertulia Literaria Página 72 se reúne, en las instalaciones que le ofrece la Fundación CB en su edificio de Montesinos 22 en Badajoz, con el objeto de que alguno de los tertulianos presente ante sus compañeros la obra que tiene entre manos, habiéndola estos podido revisar previamente. A su vez, una vez finalizada la tertulia, recibimos a un autor que presenta una de sus obras al público en general, contando con autores de toda la geografía española y, en ocasiones, de la vecina Portugal. Se encarga de presentar al autor o autora uno de los miembros de la tertulia.

El autor invitado el lunes 4 de noviembre de 2024 fue el poeta cordobés José Miguel García Conde, quien de la mano de Fernando de las Heras nos presentó su último poemario “Restos orgánicos”.

Previamente a esta presentación, en la tertulia propiamente dicha, tuve ocasión de compartir con mis compañeros parte del trabajo que estoy llevando a cabo con unos relatos que aspiran a conformar una futura publicación en forma de libro. Como siempre procedemos dentro de la tertulia, con suficiente antelación cada uno de los tertulianos había recibido, en este caso, tres relatos cortos de mi autoría para su lectura y revisión, con el objetivo de escuchar -y tomar nota de- todos los comentarios, análisis y apreciaciones que cada tertuliano quisiera realizar, así como cualquier aportación que consideraran oportuna.

En el encuentro de marras, una vez concluido nuestro “cajón de sastre” donde se comenta y anuncia todo lo necesario para el buen funcionamiento de la Tertulia, tuve el honor de recibir, del trabajo por mí enviado, aportaciones muy interesantes, y provechosas en muchos de los casos, que seguro me ayudarán a mejorar unos relatos que pretenden reflejar diferentes momentos emocionales de personajes que toman de aquí y de allá, también de las propias vivencias del autor, para construir historias en las que sus personajes se desnudan mostrando sus emociones y pensamientos, haciendo del papel el escenario en que protagonizan sus pequeñas obras, cotidianas en no pocos casos, puntuales y excepcionales en otros, pero siempre significativas desde el punto de vista del desarrollo de sus sencillas vidas.

Manuel es la única persona que espera bajo una marquesina que, en su vitrina interior, muestra el último modelo de reloj inteligente -`smartwatch´ lo llaman- de una marca china. Luce en una muñeca que se apoya sobre un brazo musculado. Simbólico… La fuerza del tiempo, piensa. El conductor le observa desde su puesto de vigía de la noche en movimiento, sorprendido. “¿Va a subir usted?” Manuel se escapa de la celda del tiempo -“Sí, sí, disculpe”- y sube tan rápido como puede al casi desierto bus urbano. Le acompaña su sombrero, fiel protector de su pensamiento y silencioso cómplice de su curiosidad.”

Pertenece el fragmento anterior al relato titulado “Circulando”, en el que un observador personaje, entre elucubraciones y momentos captados, va elaborando su propia composición de la realidad puntual que en ese bus urbano circular se va encontrando. Personajes que desde su aparente papel secundario se van convirtiendo en protagonistas de las ficciones de Manuel, un solitario septuagenario que entretiene parte de su tiempo “conversando” con la aparente realidad.

Cerró lentamente la puerta tras de sí. La penumbra volvió a apoderarse de la pequeña galería que daba continuidad al recogido salón y que se abría a la montaña. No encendió la luz. El resplandor que emanaba de la chimenea le alcanzaría para intentar desvelar el misterio. Antes de entrar ya le pareció ver algo que sobresalía por la ranura de aquella boca de buzón que él mismo había abierto en su puerta hacía tantos años, cuando allí comenzaron a vivir los dos y cabía esperar alguna misiva. Había recogido, extrañado, el sobre. Se sentó ahora en el raído sillón del salón. Le pareció que en la mano sostuviera una sombra.”

En el caso del fragmento anterior se trata del inicio del relato “La carta”, en el que se narra un inesperado, tanto como extraño, encuentro entre el protagonista y su pasado. Se irá desvelando el misterio a medida que la tinta de las palabras se vaya extendiendo por la solitaria estancia.

Repaso con mis dedos el rastro de la tinta con que trazó su nombre sobre el papel que cubría su libro para aprender. Siento la mezcolanza de ilusión y tristeza que movió su mano, deshago el camino que, días atrás, habían recorrido sus dedos para forrar este libro, que ahora me acompaña, con aquel papel de envolver que le dieron posiblemente en un comercio del pueblo. Elucubro sobre el porqué de una resta y de la palabra TALGO plasmadas ambas, de su puño y letra, en el forro.

En el caso del tercer relato presentado ante mis compañeros de tertulia, es el fragmento anterior una muestra del recorrido que el autor-protagonista realiza a lo largo de “Dos viajes en paralelo atemporal”, cargado de autobiografía presente y pasada. Una suerte de viaje interior en un momento clave de la vida del autor, acompañado por quien la razón de tanto fuera, algo que prefiero sea el futuro lector quien lo descubra.

Volviendo a la sesión de la tertulia en que recibí la amable ayuda de más de una docena de compañeros escritores, así como del propia autor invitado, he de reiterar el honor que para mí supuso poder contar con sus profundos conocimientos, como se suele decir, del paño en cuestión. Se entabló, en mi humilde opinión, un interesante intercambio de pareceres y reflexiones que me complacieron y, a la vez, me revelaron, como suponía, la necesidad de seguir trabajando sobre lo ya escrito, puliendo y ajustando las palabras, esas benditas compañeras que van construyendo las historias, muchas llenas de soledad, por cierto, una línea temática ésta que puede ir ganando enteros para relatos que ya van caminando y otros que iniciarán sus aún tenues senderos dentro de la noble tarea de intentar componer.

Gracias por todos los consejos y por la compañía en este camino de la escritura. Gracias, queridos compañeros de Tertulia Literaria Página 72.

One Comment

  • Maravillosos los tres relatos, cada uno con su particularidad. Y lo más importante de todo es que, con ocasión de dialogar y discutir sobre tus inéditos, hemos crecido todos. La tertulia crece desde la creación propia y la ajena puesta en común. Se relativizan los «egos» y lo común no disuelve lo personal sino que esto último se enriquece.
    Gracias Antonio por poner sobre la mesa común tus escritos. Fue un disfrute. Un abrazo.

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