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El día 5 de mayo nos visitará en la tertulia Rosana Aza . Presentará su último libro, Libro de los papeles perdidos de Tamar de Córdoba. Con este libro ha quedado finalista en los XXXI Premio Andalucía de la Crítica, en la modalidad de poesía.

LA AUTORA

Rosana de Aza, poeta, pintora, y flamenca nacida en Granada, ha sido una viajera
incansable y lleva más de treinta años residiendo en Sevilla, donde dirige la Casa de la
Memoria en la calle Cuna. En el año 2000 publicó El libro de las mujeres desgraciadas
de Kioto, obra galardonada con el premio Elena Martín Vivaldi.


Licenciada en Filología Hispánica y en Historia del Arte, poeta y pintora. Premio
Federico García Lorca de la Universidad de Granada
tanto en la modalidad de relato
como en la de poesía, Premio Antonio Machado de la Universidad de Sevilla, Premio
Elena Martín Vivaldi
de Poesía Junta de Andalucía. Es Directora de la Casa de la
Memoria de Al Ándalus
. Centro Cultural Flamenco en Sevilla. También ha sido
directora de la Torre de la Calahorra en Córdoba, Museo de las Tres Culturas y
creadora de la Casa de Sefarad en Córdoba, responsable de la rehabilitación y
adaptación del edificio así como de la Museografía y selección de elementos
expositivos.
Productora de la Colección “Músicas de la Memoria” (La Memoria andalusí, la
Memoria Sefardí y la Memoria Flamenca.) Autora de la investigación “Mujeres de Al
Andalus-Boceto de una presencia”.

Ha comisariado, además, numerosas exposiciones entre las que destacan: “La loza dorada Nazarí”, “Sefarad, artesanía y música”, “Verde Almena”, “Textiles en Al Andalus”, “Niña de los Peines: Pastora en la Memoria”, “Los cafés Cantantes de Sevilla”, “Un Nublado de Tiniebla y pedernal”, “La Sevilla Flamenca: Una mirada romántica”.

En la actualidad está centrada en la Gestión Cultural de actividades y programaciones relacionadas con el Flamenco, la investigación sobre la Historia e historias de este arte y el estudio acerca del Mantón de Manila.


Profunda estudiosa y defensora de los legados árabe-andalusí y sefardí, publicó en
octubre 2024, bajo el sello Mahalta, el Libro de los papeles perdidos de Tamar de
Córdoba. En esta obra, los cuerpos de los amantes se convierten en protagonistas,
tratados con una sutil y decidida maestría.


Rosana continúa escribiendo y explorando la poesía con la misma pasión que siempre
la ha caracterizado, mientras sigue aprendiendo y enriqueciendo su arte. Combina su
amor por descubrir nuevos horizontes con la exitosa gestión de su tablao flamenco en
Sevilla, donde dirige con maestría la Casa de la Memoria, consolidándola como un
referente cultural.

UNA RESEÑA DE LA OBRA

Bajo el pretexto de un extraño descubrimiento en un solar de la calle de los Judíos de Córdoba, Rosana de Aza nos propone este lumínico poemario, desde el clásico recurso del manuscrito hallado en una especie de arquilla o cofre y que se convierte en la razón que articula este Libro de los papeles perdidos de Tamar de Córdoba.

Adentrarse en el manuscrito, navegar por su honda poesía supone disfrutar de la emoción que contiene una verdadera obra literaria, especie de joya preciosa que se ha ido labrando con el paso del tiempo, sin prisa, lentamente, con la paciencia de un maestro artesano, como Rosana de Aza, profunda conocedora de la poesía arabigoandaluza, así como de la sefardí, lo que le confiere una elevada sensibilidad que conecta con los textos de Hafsa al-Rakuniyya, Samuel ibn Nagrella, la princesa Wallada, Salomón ibn Gabirol, Qasmūna, Aysha o al-Qurtubiyya o de tantas y tantos escritores de la época áurea del mejor de los al-Ándalus.

El Libro de los papeles perdidos de Tamar de Córdoba es un poemario esencialmente bello, recamado de versos tan nobles y radiantes como estos: “Inventa de verdad un beso …/… sin vencedores ni vencidos”, “Ahora soy la única dueña de las dunas. Ahora no se me resiste un espejismo” o “Puedo leer la voz del agua. / Su corazón no puedo”; una demostración de conocimiento del profundo caudal de la tradición poética andalusí, rebosante de elementos que incitan de continuo a todo lo voluptuoso, una permanente elevación de los sentidos. Pero, y de igual manera, éste es un poemario que hace apuesta por lo clásico (en el sentido de lo perdurable), por la belleza convertida en palabra y por la palabra que se transmuta en belleza, ajena a modas y en la periferia del gusto transitorio o coyuntural, haciéndonos Rosana entrega de una poesía que no se concibe como ornato o complemento, sino como parte indisoluble de la vida, de la existencia.

El texto es una inusitada simbiosis entre tradición y cuidado del lenguaje, desde donde proyectar el mundo interior de la autora, por donde transitan, de igual manera, abisales reflexiones (“Que no te falte sed/ cuando haya agua”), el deslumbramiento por la existencia (“La eternidad no se alcanza con la gloria./ Se escribe con el agua”) o apasionadas relaciones amorosas (“No sé sentir sin ser salvaje”) repletas, incluso, de un cuidado erotismo (“Loca me dicen todos/ cuando me ven bailar de noche la sed de tu deseo”). Y todo ello, desde una diligencia insólita por la palabra exacta que confiere al texto la suave cadencia del agua en las acequias, el aroma de los arrayanes o el ligero canto del mirlo.

La mirada de la poeta se eterniza al transfigurar amor y ausencia, vida y muerte, fugacidad e intensidad en pura y verdadera emoción que se traduce en poesía connotativa (muy por encima de la vulgarizada poesía denotativa generada en España en las últimas décadas), profunda, reflexiva, repleta de elaboradas imágenes y de cuidada simbología.

Cada verso, cada palabra, es buscada, ajustada y colocada con el mismo esmero que lo hacían los orfebres de Bagdad o los canteros de la hialina Madinat Al-Zahra, bajo la mirada que se concibe en la distancia, bajo la mirada contemplativa de la poeta (“el mundo se origina en las distancias”, escribe Ilse Aichinger, en su poema “Paseo”), en sus pequeñas circunstancias, para “transformar los silencios en pájaros” (como nos ha enseñado Raquel Lanseros) y con ello ofrecer una emotiva lectura poética del transcurso vital, pero de otra manera.

La de Rosana de Aza es una voz que trasciende del instante por el efecto lírico de anulación de la temporalidad. Su palabra se instala en un universo en donde ha logrado detener el fluir del tiempo, confundiendo pasado y presente y transformando la memoria en texto.

Mientras releía El Libro de los papeles perdidos de Tamar de Córdoba, escuchaba de fondo la voz de María Callas en su, ya eterna, interpretación de Madame Butterfly: belleza y armonía. La misma belleza y armonía que a lo largo de la historia han encontrado muchas generaciones en el Adagio de Albinoni, La Tempestad de Giorgione, las columnatas romanas de Bernini o el Fausto de Goethe, y que, de seguro, el lector descubrirá en este imprescindible poemario de Rosana de Aza, donde se concita el milagro de quien ha descubierto la belleza, material y espiritual, que todos perseguimos y a la que canta, y añora, en sus sueños transformados en poemas.

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